Nina Pizarro Leongómez ha roto todos los moldes a lo largo de sus sesenta y siete años de vida. Fue la menor y la única mujer de los cinco hijos que tuvieron el vicealmirante de la Armada Nacional Juan Antonio Pizarro y su esposa Margot Leongómez. De pequeña leía la Biblia y soñaba con ser monja, pero a finales de la década del sesenta del siglo pasado se contagió de la efervescencia revolucionaria que recorría el mundo. Entró a la Juventud Comunista y comenzó a estudiar marxismo. No pasó mucho tiempo para que siguiera los pasos de sus hermanos Carlos y Hernando e ingresara a la guerrilla.
Hizo parte del M-19, participó en varias operaciones, estuvo en la cárcel hasta que un día, cansada de ver morir a sus amigos y compañeros, abandonó la lucha armada. Se retiró por amor a su hija, a la que se dedicó de lleno desde que se exilió en Francia. La nostalgia la trajo de vuelta a Colombia, conoció a un militar retirado y con él rehízo su vida. Volvió al campo para sembrar café gourmet y trabajar con las campesinas de un rincón paradisíaco de Boyacá. Allá vivió hasta que la enfermedad neurodegenerativa que le diagnosticaron se lo permitió, antes de que cayera sobre ella el velo del olvido. Este libro guarda su memoria y recuerdos, que son parte importante de la memoria histórica del país.
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