Darío descubre que quién creyó que era su padre en realidad no lo es. Esto le es revelado del modo más terrible y su vida dejará de tener sentido desde ese momento. Desarraigado de su familia, alejado de sus amigos y de todo aquello que le daba certezas, emprenderá una búsqueda personal que tiene dos posibles finales: vivir una vida de rencor o perdonar y reconciliarse con el mundo.
Pero no está solo, la aparición de una pequeña niña invidente en su vida, quien toca de un modo prodigioso el violín en los cruces de semáforo, trastocará su percepción de la realidad, los hará ser consciente de cosas que antes daba por sentado y le enseñará una valiosa lección que lo llevará a encontrar la paz que tanto anhela.
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