Este libro no se acaba hasta que se acabe la vida. Pues es una suerte de diario en marcha en donde se reúnen muy diversos textos que van descifrando a su autora, y nos descubre los caminos que ha andado y desandado, desde su primer contacto con el deseo, pasando por sus batallas con el cuerpo, la exhibición pública, la actuación, sus ideas sobre Dios y sus cuestionamientos al concepto del “yo”. En este esfuerzo constante por encontrarse y por mostrar que su retrato aún está inacabado, y puede ser un territorio pleno de posibilidades, Margarita Rosa de Francisco repasa los misterios de la vida: la belleza, la mortalidad, el erotismo, la escritura, el miedo, la desobediencia, en fin, el poder de los hechos y las palabras.
Con una prosa genuina, directa y sin concesiones, Margarita va sola nos revela los pliegues de una mente inquieta e inquietante. Su autora hace estallar el espejo en el que se refleja y consigue que los fragmentos sean una lectura feraz y colmada de elocuencia.
“En el lenguaje “salsachokeño”, cuando dicen que alguien “va solo” es porque va “sobrado”; es decir, que no necesita ayuda, va tranquilo, va lejos, va sin miedo de que lo alcancen. A este libro lo bauticé con esa frase porque es un intento de pensar y despensar en solitario […]. Lo de “ir sobrada” también prefiero tomarlo como una voz de aliento; esa voz que anima a seguir adelante cuando uno está inseguro de lograr algo, y que diría, en clave de salsachoke, “tranquila que va sola, va sobrada, hágale que no hay peligro”. En este contexto, “ir sola” es lo conveniente, lo seguro; cuando, por lo regular, una mujer que va sola se encuentra en situación de alta vulnerabilidad”. Margarita Rosa de Francisco, en el texto que abre este libro.
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