«La literatura francesa fue la mejor y sigue siéndolo. La más osada, la más libre, […] la que se insubordina a la actualidad, la que regula y administra los sueños de los seres vivos».
Los mitos literarios y el dinamismo intelectual en Francia sedujeron a Vargas Llosa en los inicios de su carrera hasta el punto de que llegó a creer que sólo se convertiría en escritor si llegaba a París y lograba aclimatarse a un ambiente que concedía a las artes y al pensamiento un lugar privilegiado. Las novelas de Dumas y Flaubert le abrieron la imaginación y lo inclinaron hacia el realismo, y las ideas de Sartre, Camus, Bataille, Aron y Revel le mostraron cómo debía ser un intelectual público.
Según indica Carlos Granés en el prólogo de este libro, «su formación intelectual y cultural le dio la certeza de que cualquier escritor latinoamericano, incluso uno nacido en la provincia peruana (un bárbaro), podía participar en todos los asuntos políticos, culturales y sociales de su época si se nutría de sólidas tradiciones literarias y filosóficas. Buscando a Francia, Vargas Llosa encontró su país natal y el mundo entero».
La selección de escritos que conforman Un bárbaro en París da cuenta de esta devoción por la cultura francesa que ha conducido a Vargas Llosa a ser el primer autor de una lengua extranjera que recibe el más alto honor destinado a los escritores francófonos: convertirse en uno de los «inmortales». Por esta razón, el volumen se cierra con el discurso inédito de ingreso en la Academia Francesa pronunciado en febrero de 2023.
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