En el momento en que conoce a Spencer Cosgrove, Dawn sabe que tendrá en problemas. Spencer es sexy. Gracioso. Encantador. Es su tipo. O lo que solía ser su tipo, antes de que ella jurara alejarse de las relaciones.
Las cosas sólo empeoran cuando Spencer comienza a coquetear con ella, atrayéndola con su ternura. Pero ella lo rechaza. Porque Dawn se siente herida: sabe lo que significa confiar en alguien con todo el corazón, sólo para que te lo rompan después en un millón de pedazos. Nunca más. Las heridas siguen siendo demasiado profundas. Pero Spencer persiste. Y, cuando Dawn descubre que Spencer está escondiendo su
propio secreto, se da cuenta de que ya no puede negar sus sentimientos. Tal vez sí sea posible reparar un corazón roto.
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