“Llegué a la escritura sin quererlo. Iba para otro lado, quería ser cantora, trapecista o una india pájara tirándole al crepúsculo. Pero la lengua se me enroscó de impotencia y, en vez de claridad o emoción letrada, produje una jungla de ruidos. No fui musiquera ni canté al oído de la trascendencia para que me recordara a la diestra del paraíso neoliberal”.
Estas crónicas recorren el discordante coro de voces, guitarras, festivales, programas de radio y coreografías que resonaron en la formación de una sensibilidad literaria única, cuyo canto es también una memoria popular y política de un Chile que pervive en su música.
De la Reina Alta al 777, del bar Don Rodrigo al viejo cine King, del Insomnio a los salones de baile de Guadalajara, la Posta Central, el Teatro Municipal y de vuelta a la carretera Panamericana, solo la feroz escritura de Pedro Lemebel puede reunir a los Rolling Stones con Fernando Ubiergo, Joselito, Violeta Parra, Sara Montiel, Los Prisioneros, Rafaela Carrà, Charly García y Chavela Vargas en una misma serenata cafiola.
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