El amor según Mafalda habla mucho más de amistad, compasión, empatía y solidaridad, de amor al prójimo, amor propio y amor a las pequeñas cosas de la vida. El amor es Mafalda interesándose por la paz, el progreso, la humanidad y el conocimiento, o preguntando cómo puede ponerse una tirita en el alma después de haber visto a unos niños huérfanos en la calle. Es Felipe refugiándose en las historietas, o fingiendo que con el disfraz del Llanero Solitario podrá resolver todos sus miedos e inseguridades. Es Manolito cuando acaricia la hucha en la que se esconden sus monedas, pero también sus sueños de futuro. Es Susanita deseando -además de un marido médico y un futuro con “¡hijitos!”- ser buena persona, aunque sepa que la educaron en el individualismo. Es Miguelito filosofando sobre la patria, su propia idiosincrasia y el sentido de la vida. Es Guille proclamando que su mamá es la mujer más fuerte del mundo. Y es, también, Libertad haciendo ver a los adultos que hasta la niña más chiquita del mundo es capaz de plantarle cara a las injusticias más grandes.
Adivinar qué es el amor, la solidaridad, la ternura y la amistad a través de una pequeña filósofa como lo es Mafalda se ha convertido casi en un acto de urgencia.
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