Llega la catástrofe, como un aguacero que no avisa. Se acaba el amor. Quedan escombros. Luego el vacío. El silencio se apodera de las noches y el sinsabor de los días.
Pasa el tiempo: una semana, dos semanas, tres. La ausencia pesa menos. Las palabras dejan de ser tristes. Los recuerdos se desdibujan, pero ya no duelen. Las sombras ya no son fantasmas.
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